miércoles, 27 de abril de 2011

TINEO-POLA DE ALLANDE, EN LA QUE ENCONTRAMOS LA ONG DEL CAMINO

En la primavera asturiana hay nieblas en las montañas de la ruta del Camino. Muy cierto. Lo comprobamos en varios sitios, pero de manera especial en Tineo. 
Salimos a la hora de siempre, pasadas las nueve, y ya nos cubría de forma ostensible, si bien descubrimos que la niebla también es muy fotogénica.

Mientras atravesábamos el pueblo los termómetros nos asustaron un poquito: ocho grados el primero y seis, solo seis, el siguiente, pero ya se sabe que el fresco no es ningún problema, sino todo lo contrario, para caminar.

Pues eso, que salimos de Tineo y el paisaje pasaba ante nosotros sin verlo, pero aún así merecía la pena

Poco a poco la hilera de caminantes se iba alargando, pero el camino estaba bien señalizado y no había riesgo alguno de confusión.


Tras la subida de una cuestita de las de siempre, pero menos dura, en las alturas empieza a otearse el paisaje.

Entre nieblas y nubes descubrimos los pueblos que hasta ahora habían pasado desapercibidos.

Con el sol ya en lo alto, y visible, nos encontramos con una casa curiosa, en la que el segundo piso parece una panera incoporada a la vivienda.

El camino discurrió en gran parte por bosques sombreados, salvo un poco antes de la parada en Campiello, donde tuvimos que arrastrarnos unos kilómetros por el asfalto y bajo el sol. En la foto siguiente está Montsita tan sonriente.

Desde un par de días antes teníamos a uno de los fotógrafos oficiales (el esforzado que carga con la cámara más pesada) lamentándose por las esquinas de la pérdida de sus gafas de sol. Las llevaba colgadas en la ropa y supone que en algún momento se le cayeron. Pues éso, que al hacer la primera parada pasaron tres muchachos de Mieres que se dirigían a Santiago. Comentamos con ellos los detalles del camino y, como de pasada, nos enseñaron unas gafas por si eran de alguno de nosotros. Indescriptible la cara de sorpresa de Álvaro. Ahí es nada que otros caminantes localicen sus gafas en medio del barro (de milagro no las aplastaron) y carguen con ellas hasta encontrar a su dueño. Es el tipo de solidaridad que impera en la ruta y la prueba es que ellos quedaron al menos igual de contentos que Alvaro, como se aprecia en la foto que hicimos para inmortalizar el momento.

Estos chicos también nos dieron una información importante. Como nosotros, estaban convencidos de que el kilómetraje del Camino Primitivo estaba hecho de aquella manera, es decir, sin demasiada fiabilidad. Por ese motivo un amigo de ellos hizo Oviedo-Grado con GPS y descubrió que los 21 kilómetros oficiales se convertían en 27,5. No nos sorprendió nada, de hecho, lo presentíamos.

Este día encontramos varios grupos de peregrinos y Juanma pegó un rato la hebra con una mujer de Vic que tenía allí un pequeño negocio y que iba sola aunque sólo por un par de días. Hablaron de la curiosa (preocupante más bien) situación político-social de esta ciudad del interior catalán y del partido xenófobo de Anglada que tanto éxito está teniendo. Hablaron también del Camino del Rey, una ruta histórica recién recuperada, labor en la que ha colaborado un conocido vía Internet de Juanma, y que esta mujer conocía (el camino, no el conocido, claro).

Estas charlas con otros peregrinos (también la de Ana con unas francesas que prometieron mandarle datos sobre el camino francés de Le Puy cuando acaben su periplo peregrino de dos meses y medio) se desarrollaron entre paisajes rurales y bosques atractivos de hayas, robles y abedules. Fue imperdonable, como lo califica la guía, que no nos acercáramos a ver el monasterio de Obona, a unos cientos de metros del camino. Sólo hizo amago de escaparse Juanma, pero no encontró socio alguno y fue frenado en seco por Ana tras pronunciar una palabra de seis letras que empieza por hache y acaba en a. La enunció y no hubo más. Todos juntos de frente dejando de lado Obona.

Tras otro montón de kilómetros, ya bajo el sol y sin rastro de la niebla mañanera, llegamos a Casa Herminia en un cruce de caminos llamado Campiello. La tal Herminia resultó ser una negociante de lo más agradable, pero especialmente hábil. Acoge a los peregrinos con cortesía, les pone de tapa un fiambre casero de gratis… y con habilidad ofrece su albergue para quedarse.

Estábamos cansados y algunos con los pies al aire, pero ni nos lo planteamos: a la mitad de una etapa de 30 kilómetros no era cosa de frenar. Sin embargo, cinco peregrinos de otro grupo se sintieron tentados por eso de ver el partido de la tarde (Barca-Madrid de la Champions) con tranquilidad. Y es que además del colmado-bar-tienda-restaurante tiene un hostal y también un albergue de peregrinos. Una auténtica negocianta.

Antes de salir Ogadenia tomó la decisión de parar. No se encontraba bien ni con ganas de hacer los 16 kilómetros que quedaban. Por tanto, con buen criterio, llamó a un taxi que se llena rápidamente….. con las mochilas de muchos del grupo.

Jaime, túzaro él, optó por llevarla pese a que ya tuvo el pinchazo del día anterior. Tendrá consecuencias.

A la salida de Campiello, a modo de coña, un grupo de SM (sin mochila) nos hacemos una foto para coñearnos pero, como se puede apreciar, se nos vé tan felices.

Y no era para menos, pues a partir de aquí vino la parte más dura: ya cansados, con un sol de justicia y una etapa que se complicó cada vez  más. Hubo cuestas bravas y por mor de las obras de la carretera se producían desvíos tontos que siempre implicaban una fuerta bajada y una subida ídem para volver al nivel de la carretera. Y así una y otra vez.

En una de las paraditas para reunir fuerzas dejamos constancia gráfica del sofoco generalizado.

Incluso encontramos unas escaleras de madera que nos recordaron mucho a otras muchas del Kumano Kodo.
Quizás uno de los momentos más duros fue la entrada a Pola de Allande, con una bajada tremebunda y en picado, que costó lo suyo. Allí nos topamos con una pareja mayor que hablaba francés. Concidimos más veces con ellos a partir de aquí y supimos que eran belgas flamencos, de Gante, que venían desde San Sebastián y que estaban muy contentos del camino.
En Pola de Allande llegamos al sitio donde nos habían prometido un trato gastronómico especial, La Nueva Allandesa, que para éso Ana tenía un contacto con unos parientes del dueño que viven en A Guarda. Habíamos acordado un precio especial por la habitación y las cenas y, desde luego, cumplieron su parte, que para eso es una fonda, pero sobre todo restaurante, muy conocido en Asturias. 

Ese día de entrante tomamos un paté de morcilla, algo picante, que nos llamó la atención, seguido de  pote asturiano, bacalao y carne para quien quiso y un postre muy rico. Es cierto que después de Casa Pachón el nivel estaba muy alto, pero quedamos encantados y lo mismo ocurriría al día siguiente, pues íbamos a estar dos días alojados allí.
Por lo demás, la velada fue el partido Madrid-Barca, para el que hicimos una porra que tuvo un ganador que atinó con el resultado, pero eso queda para el día siguiente. Excuso dar cuenta de la escenografía del grupo para el partido: un grupo de atentos espectadores siguiéndolos con su gin-tonic y otro grupo (eran mujeres, pero creo que la palabra grupa significa otra cosa) instaladas justo debajo de la gran pantalla, pero pasando  ostensiblemente del importante partido y hablando de cosas más importantes, quizás de la boda real que iba a tener lugar dos días despues. ¡Eche o que hai!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mira o que che digo....